lunes, 7 de septiembre de 2015

Insomnios Telefónicos

Una mezcla de emoción, excitación, algarabía e incertidumbre atacan mi cabeza y estómago cuando te escribo, qué decir de cuando te veo, te huelo y te siento.

No logro descubrir exactamente que lo provoca. No sé si es tu sonrisa pervertida, tus cejas señalando pregunta más no respuesta o tú distancia, la forma en la que esquivas mi cercanía, mis intenciones y mis ganas.
  


El ambiente siempre inicia tenso, con intentos torpes  de conversaciones gastadas y típicas, con dramas tuyos e incoherencias mías... hasta que sincronizamos, engranamos y empezamos a funcionar, sabiendo que el final no es próximo ni claro, pero qué más da.

Quiero que sepas que te presto mucha atención cuando hablas junto al desesperado intento de sacar de mi mente la infinidad de veces que he te visto desnudo, como tu cuerpo es tan distinto a como lo había imaginado y como tus besos proyectan otro tú. Por eso sonrío siempre, por eso me sudan las manos más que de costumbre, por eso me sonrojo seguido y me porto como una niña avergonzada.

Giran, además, todas las veces que me has hecho reír con tus genialidades y tus tonteras, todas las veces que me hiciste feliz por un instante. Y mi pérdida en un mundo paralelo de recuerdos y fantasías termina cuando una sola pregunta me regresa a la realidad: ¿Por qué aún no me haz dejado?

No hay comentarios:

Publicar un comentario