Esa sensación de tranquilidad, la sonrisa permanente, los ojos libres, despiertos, alegres, las ganas de verte, de abrazarte, de sentirte y besarte.
Momentos de luz, de tocar el cielo con la puntita de los dedos, silencios cómodos y bulla placentera, de sabores variados y muecas divertidas, de atardeceres esperados y noches tibicietas.
Roces de manos, de pies y besos en la panza. Eso de ser solo dos, esa hermosa felicidad.